Por qué voy a votar por Obama

Voy a votar, con absoluta decisión, por Barack Obama. Creo que Estados Unidos atraviesa un momento crucial en su historia y un conjunto de factores se han reunido para que estas elecciones representen algo más que la rutina democrática de la elección presidencial. Los dos períodos gubernamentales de George Bush y los republicanos al frente del Estado, han provocado tremendos cambios en Norteamérica y el mundo, que han afectado y afectan la Constitución y a fin de cuentas, la democracia. Los ciudadanos no tenemos otra opción democrática, en los actuales momentos, que apoyar la fórmula Obama-Biden.

En el siguiente artículo pretendo expresar las razones que me mueven a votar por el candidato del Partido Demócrata y espero con ello poner un grano de arena para que otros latinos, incluso aquellos que pueden estar confundidos, voten también por Obama-Biden.



Soy independiente.


Debo comenzar por aclarar que no soy militante del Partido Demócrata. Su actuación en los últimos años, la inconsistencia de muchos de sus parlamentarios – que abrazan posiciones conservadoras y recalcitrantes – claramente le ubican como un partido heterogéneo, que tiende adaptarse a las circunstancias del momento y es capaz de plegarse a la corriente de opinión de turno, aunque ésta última pueda ser una correa de transmisión de factores anti-constitucionales, o anti-democráticos. El daño que ha hecho la administración Bush es tanto mayor por la anuencia de muchos demócratas que en el parlamento facilitaron la puesta en práctica de leyes o reglamentos que afectan las libertades consagradas en la Constitución y el espíritu de los Padres Fundadores. Pero, dicho esto, también reconozco, que hoy por hoy, el grueso de los sectores que desean un cambio que nos permita volver a recuperar las libertades y restituir la Constitución; los que saben que la guerra en Iraq es una tremenda equivocación que está costando la sangre de nuestros valiosos soldados y de inocentes iraquíes; los que sienten asco por el aval a las torturas; los que saben que las concepciones ideológicas de los republicanos favorecieron la brutal crisis económica que vive la Nación, están mayoritariamente en el Partido Demócrata y han nutrido con su pasión, su decisión y optimismo, la campaña de Barack Obama.


El fenómeno Obama.


Las primarias demócratas marcaron un hito histórico por partida doble. Una mujer y un afroamericano se disputaron la nominación a la candidatura presidencial. Ambos muy capaces, ambos dirigentes de gran envergadura. Particularmente, y aunque apoyé a Obama desde el inicio, Hillary Clinton me pareció más contundente en sus propuestas. También me pareció mejor oradora. Su osada defensa del seguro de salud universal, para todos los ciudadanos, fue sin lugar a dudas uno de los puntos fuertes de su campaña y no tengo motivos para creer que lo hiciera por demagogia. Creo que está convencida de esa necesidad y el sólo hecho de haber colocado el tema en la opinión nacional, es un avance y un aporte para todos. Pero Obama, a diferencia de Clinton, no sólo sumó voluntades sino que creció exponencialmente, mostrando que había una corriente social, muy fuerte, deseosa de un cambio profundo. Una base social que – con justa razón – desconfiaba de los políticos más “viejos”. El sólo hecho de que Obama no haya apoyado la aventura de Iraq, cuando al que no lo hiciera se le tildaba cuando menos de anti-patriota, fue una firme prueba de consistencia. Hillary, por el contrario, apoyó la guerra desde el inicio.


¿Por qué es necesario un cambio?


El estallido de la crisis financiera es sólo un elemento más, tal vez el corolario, de un conjunto de hechos, dramáticos y profundos, que han debilitado y puesto en peligro la democracia en los Estados Unidos, tal y como la conocíamos, y los valores humanos que nacieron con la República, que se profundizaron en los años subsiguientes y que tiene una de su más acabada expresión en la lucha y conquista de los derechos civiles, muy especialmente por parte de los afroamericanos.


La administración de Bush-Cheney probablemente pasará a la historia como el peor gobierno en la historia del país y el que más amenazó las libertades civiles y el equilibrio de poderes de la democracia representativa americana. El hundimiento moral de la Nación ante el mundo es al menos una de las consecuencias de su política exterior. No hay menos terroristas hoy que hace 7 años, por el contrario, cualquiera en su sano juicio, trátese del partido que se trate sabe que, lejos de ser exterminado, el terrorismo infame pulula en Afganistán y que ahora se puede contar con un terrorismo en Iraq que no existía antes de la ocupación de ese país. La obstinada negación de la actual administración a reconocer el calentamiento global y la responsabilidad de Estados Unidos en su desarrollo, ha hecho perder tiempo precioso para tomar medidas para enfrentar esta amenaza para la humanidad. El estímulo del fundamentalismo religioso para que intervenga, como factor de poder, en la política nacional, utilizando las creencias religiosas para infundir el temor, para enfrentar los avances de la ciencia, para desacreditar o descalificar la opinión de los adversarios, llegó a su punto más alto durante este gobierno. Hoy en día, no son pocas las iglesias fundamentalistas cristianas que desde el púlpito exigen a sus fieles que voten por McCain so riesgo de que sus almas se quemen en las calderas del infierno. La actual administración permitió a las corporaciones hacer y deshacer con la economía, evitando regular y fiscalizar su accionar. Las ventajas dadas a corporaciones petroleras en Iraq, ligadas al vicepresidente Cheney o la ausencia de control de lo que hacían las agencias de crédito y los bancos con el sector inmobiliario, son sólo dos elementos de la concepción económica que presidió la actuación del gobierno.


¿Por qué hace falta un cambio? Para comenzar, porque hay que restituir los principios constitucionales vulnerados. Retomar los valores morales que deben regir la acción de la Nación, en la paz o en la guerra. Salvar la economía de la voracidad de las corporaciones y con ello, evitar la ruina y empobrecimiento de cada vez más sectores de la población. Un cambio, para traer a nuestros soldados sanos y salvos a casa. Un cambio, para enfrentar de manera eficaz al terrorismo y no dilapidar los recursos y esfuerzos en vano.


Los hechos de la sinrazón.


El miedo


Durante 7 años, desde el ataque a las Torres Gemelas, el gobierno usó y abusó del miedo.


En su avance de la 23ª edición del Diccionario de la Real Academia Española, se agrega esta definición a “terrorismo”:


Actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos. (http://buscon.rae.es/draeI/SrvltObtenerHtml?IDLEMA=68265&NEDIC=Si)


El terrorismo logró crear alarma social. El gobierno utilizó sistemáticamente el justo temor desatado, manipulándolo con el fin de llevar adelante su política exterior – ataque a Iraq – y al interior – ofensiva contra los derechos civiles y las libertades consagradas en la Constitución. De tal manera, se convenció fácilmente, a un pueblo y un congreso presos del miedo, de que Iraq tenía armas de destrucción masiva y se le asoció a los terroristas de al-Qaeda y los ataques del 11 de septiembre, algo que todavía cree un sector de la población.


Con los gritos alarmistas y de miedo, el Congreso aprobó sin mayor discusión la invasión de Iraq, la intervención telefónica a los ciudadanos, el derecho del gobierno a revisar qué leemos en las bibliotecas públicas, chequear nuestras cuentas bancarias, hurgar en nuestro correo postal y mucho más.


No es una fantasía imaginar un mundo futuro en el que nuestros pasos, nuestros gustos y actividades, sean controlados por un Estado todopoderoso. Si el stalinismo o el nazismo lo hicieron por la fuerza del control absoluto del Estado, la democracia no está exenta de ello, si un pueblo atemorizado acepta rendir sus libertades a cambio de la “seguridad” ofrecida por el gobierno.


Debo enfatizar una vez más las palabras de uno de mis héroes, Benjamín Franklin y que está siempre en la portada de mi bitácora: Cualquier sociedad que sacrifica un poco de libertad para obtener un poco de seguridad no será merecedora de ninguna y perderá ambas.


La guerra


Se ha llevado a la guerra al país sobre la base de una mentira o, si decidiéramos creer que no mintieron a conciencia, ignoraron a la ONU, los fiscales, las inspecciones, los informes de inteligencia y las evidencias generales. Se tildó de anti-patriota a quien no apoyaba incondicionalmente la guerra. Se dio la espalda a las organizaciones internacionales y se llevó a cabo la acción pretendiendo que sería “pan comido” y en poco tiempo Estados Unidos tendría el control de Iraq


Curiosamente se habla sistemáticamente de la Seguridad Nacional, como una motivación para haber lanzado la guerra, una vez que las pruebas de armas destrucción masiva se mostraron falsas. Pero ¿quién asegura la vida de nuestros soldados? Podría argumentarse que desde el momento que se enlistan asumen y firman que pueden dar su vida en el cumplimiento de su deber. Pero, como ciudadanos debemos preguntarnos ¿eso nos da el derecho a exponer sus vidas por causas equivocadas? ¿lanzarlos a la violencia con falsos presupuestos?


La guerra no sólo ha acabado con la preciosa vida de nuestros abnegados soldados. Ha producido centenares de miles de inocentes víctimas civiles en el pueblo de Iraq. Se destruyeron valiosas reliquias históricas, se desestabilizó y desmembró una nación y tal como lo predijo el entonces presidente francés Jacques Chirac, se creó el caldo de cultivo para engendrar una nueva cantera de terroristas. (ver http://www.time.com/time/magazine/article/0,9171,1101030224-423466,00.html, 02/16/1993)


Para colmo, la guerra cuesta dinero. Miles de millones de dólares que drenan de los contribuyentes, en desmedro de la educación y la salud, con el fin de sostener la ocupación.


Los derechos humanos


La administración Bush-Cheney ha violado los derechos humanos abierta y groseramente. En una acción sin precedentes, ha promovido la aplicación de la tortura y la negación la Convención de Ginebra, la Convención contra la Tortura de las Naciones Unidas y los preceptos del general George Washington al respecto. (ver http://www.commondreams.org/views05/1217-30.htm, 12/17/2005)


Al aprobar la tortura, la descomposición moral llevó a que soldados de los Estados Unidos abusaran de los presos en la cárcel de Abu Ghraib, en un hecho vergonzoso para quienes pretenden luego dar lecciones de moral a los desmanes de la Rusia de Putin.


El tratamiento y la falta de derechos de los prisioneros en la base de Guantánamo es otra parte de esta visión, inhumana y contraria al derecho internacional y a los valores humanos de nuestros Padres Fundadores.


El fundamentalismo


Si el día de mañana hubiese que pelear y arriesgar la vida para garantizar el derecho de las personas a practicar la religión que se apegue a sus convicciones, yo saldría a pelear sin dudarlo y en ese espíritu educo a mis hijos. El respeto a las creencias de cada quien es una norma de vida para mí. No concibo como libre una sociedad donde se dificulte o impida el libre ejercicio de la religiosidad y de culto. Dicho esto, también es cierto que la religión debe estar separada del Estado y no debe estimular su participación en el ejercicio del poder. Justamente para garantizar la libertad de cultos, es imprescindible que el Estado no esté influido o controlado por facción religiosa alguna.


El gobierno de Bush-Cheney, desde el inicio, tuvo como base social a un grueso sector del fundamentalismo cristiano, que incluso abrogó en no pocas ocasiones, desde el púlpito, a votar por George Bush amenazando a los feligreses con el castigo de Dios si no se seguía esta “máxima”. La espesa losa de la intransigencia fundamentalista pronto invadió universidades y escuelas y fue estimulada para enfrentar a la ciencia, desde el tema de la Evolución, la homosexualidad o el calentamiento global.


Es en este marco que hoy por hoy, una de las acusaciones contra Obama, parte de la absurda afirmación de que un cristiano no debería votar por él, ya que ni los demócratas ni Obama estarían por cercenar los derechos de los homosexuales. Al parecer, a estas sectas les parece más importante y cristiano enfrentar a los homosexuales que la práctica de la tortura, avalada por el gobierno.


En este espíritu fundamentalista, desequilibrado, la candidata a la vice-presidencia por el Partido Republicano, Sarah Palin, ha afirmado que la guerra es un mandato de Dios y que el gobierno de Bush sólo ha obedecido tal encomienda.


El calentamiento global


El gobierno de Bush no sólo ignoró las advertencias del grueso de la comunidad científica mundial, sino que sistemáticamente obró en sentido contrario a los consejos y propuestas de ésta. Varias veces, desde esta misma bitácora, reseñé las manipulaciones que se hicieron para silenciar las voces de los que alertaban del calentamiento global, como el caso de Joseph Hansen, en la NASA (ver “La caída de un experto”). Pero hay que agregar el haber dado la espalda al protocolo de Kyoto para regular las emisiones de combustibles fósiles. Siendo Estados Unidos el país que más consume y expulsa tales combustibles a la atmósfera del planeta, la negativa a firmar tales protocolos son una bofetada al mundo entero.


Por si esto fuera poco, la administración actual, íntimamente ligada a las corporaciones petroleras colocó a personeros de estas organizaciones, poco amigas – por decir lo menos – de luchar contra el calentamiento global, al frente de los cargos claves para estudiar “acciones” para enfrentar el cambio climático.


La economía


El estallido de la crisis financiera pone de relieve el fracaso de la concepción, preconizada por los republicanos y el gobierno, de que no debe existir regulación alguna hacia la empresa privada. En consecuencia, no ha habido la fiscalización y la voracidad de los bancos y las agencias de crédito, les llevaron a disfrutar de un festín que llegó a su fin con el descalabro del sistema financiero, la ruina de millones de norteamericanos y la parálisis económica con las consecuencias del desempleo y empobrecimiento.


Pero no sólo no hubo regulación. Hubo un sistemático ataque a los servicios sociales del Estado, como el Medicare, y un dejar hacer a las corporaciones, llegando incluso a ignorar las pocas herramientas de control que poseía el Congreso y la Reserva federal.


Hoy, el estallido nos afecta a todos de una manera dramática y el futuro inmediato se presenta sombrío.


Votar por Obama, por un cambio urgente y necesario


Votar por McCain es continuar, en esencia, con la política de Bush-Cheney, porque más allá de las diferencias que puedan tener (McCain no defiende la tortura), parten de una concepción del Estado común y representan los mismos intereses. Por si fuera poco, Sarah Palin está lejos de estar a la altura que requiere un eventual Vice-Presidente.


Tal es la necesidad de cambiar el rumbo de la Nación, que McCain-Palin, intentaron vanamente presentarse en el último mes como representantes del … ¡cambio! ¡Habrase visto mayor desvergüenza!


El conjunto de las propuestas de Obama apuntan a un giro sustancial en la política de los últimos 7 años de gobierno. No soy de los que creen en la perfección de nadie. Tampoco rindo culto a persona alguna, por más simpatía que tenga por ella. Pero Obama es mi candidato, no sólo porque representa un movimiento social por el cambio, sino porque creo en su disposición de intentar esos cambios y hoy por hoy, la democracia norteamericana no se puede dar el lujo de seguir cometiendo los mismos errores que la actual administración ha cometido. Se trata de la salud de Estados Unidos en todos los órdenes: moral, económica, constitucional.


Para que no haya más torturas; para que nuestros soldados vuelvan a casa y finalice la guerra; para que no desmantelen el Seguro Social; para la recuperación económica; para rescatar la educación y luchar por el seguro de salud universal; para enfrentar el calentamiento global; para trabajar en conjunto a la comunidad internacional y respetar la Constitución. ¡Voy a votar por Obama!


2 comentarios

  1. Emilio querido… 100% de acuerdo en todo, pero ni comentarios quiero hacer acerca de nuestros gobernantes Pinky y Cerebro y de los postulantes partidarios para el reemplazo: El Guazón y Gatúbela…
    Un abrazo: Nicolás.

  2. Es díficil contradecir alguna de estas posiciones, sobre todo cuando mi padre, el mismo extempforáneo, ha formado junto con mi madre mis valores y principios políticos. Podríamos sí, agregar y enlistar tantas ocasiones puntuales donde la administración actual ha traicionado incluso los mismos intereses de la base republicana que pretende defender, pero llegaría el día de las elecciones sin que hayamos terminado. Pero lo más importante, para nosotros los latinos, como minoría de un país que nos ofrece tanto y a la vez nos margina, es asumir la responsabilidad de informarnos, profundizar más allá de los slogans para los titulares y de comprender como desemboca toda una era de control republicano en este océano de podredumbre socio-político-económica, cómo es que no se nos ofrece una alternativa eficaz y justa para legalizar a quienes han trabajado tan duro, cómo es que una potencia mundial no protege a sus ciudadanos con un básico y fundamental cuidado de salud, justo y universal, cómo es que la educación de las generaciones venideras, y el medio ambiente que les heredaremos para su desarrollo, importan tan poco. Hay que redefinir el concepto del sueño americano y volver a su orígen.

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