Tom Lantos, sobre la autocensura en China: «no sé como pueden dormir tranquilos»
“Sus horrendas acciones en China son una desgracia. Yo simplemente no entiendo cómo duermen los líderes de sus corporaciones.”…esas compañías han acumulado un enorme poder y riqueza, “pero aparentemente, muy poca responsabilidad social.”
En estos términos se expresó Tom Lantos, representante demócrata, a la cabeza del subcomité que llevó a cabo una audiencia con la presencia de las cuatro compañias de Internet, Google, Microsoft, Yahoo! y Cisco, involucradas en negocios con el régimen chino, que ha llevado al menos a un par de disidentes a la cárcel, unos cuantos blogs eliminados y una autocensura a los términos de búsqueda que, mírese por donde se quiera mirar, atenta contra la libertad de expresión, información y contra los derechos a la privacidad más elementales.
Las compañias argumentan estar preocupadas por “ayudar” al pueblo chino a tener un acceso a la información y eso, dicen, ayudará a eliminar gradualmente la censura. Pero, salvo que seamos de una ingenuidad rayana en la estupidez, la motivación básica, central y profunda es competir por “El Dorado” asiático. Una población de 111 millones de internautas – la segunda mayor después de Estados Unidos – que representan “carne fresca” para unas empresas que requieren expandirse, frente a los saturados mercados tradicionales. Por ello, como en toda carrera por nuevas fuentes de ingresos, los principios morales, los valores éticos y menos aún los políticos y sociales, pueden significar algo. Si obstaculizan el “libre” ejercicio de los negocios, pues ¡al carajo!
He insistido tanto en este asunto, que me indigna, porque nos concierne, como seres humanos y como internautas. Cuando un blogger español, norteamericano, argentino o francés, escribe lo que se le viene en gana, sobre los temas que desea, ejerce el derecho que otorgó Internet al mundo desde su nacimiento: libre expresión, ninguna autoridad para impedirla. Cuando estas compañías censuran, bloquean y dan información a las autoridades, ellas cambian esa “cualidad” de Internet, puesto que desgraciadamente, obsesionados por la tecnología, los habitantes del cibermundo se han acostumbrado a ver sólo el lado técnico, otorgándoles cada vez más poder y confianza. Poco a poco, decenas de millones de internautas terminan usando los servicios comerciales de Google y se transforman en sus clientes, cuando no de Microsoft o Yahoo!. La más pérfida de todas es Google, quien goza de buen prestigio y de ahí que sea peor que las demás. Aparece como amiga del software libre, aunque no hace software libre; defensora del respeto a la privacidad, aunque se adapta a los requerimientos totalitarios del gobierno chino; diferente al monstruo monopólico de Microsoft, aunque ella misma se le parece cada vez más y engulle a cuanta empresa interesante va surgiendo en Internet. ¿Quién puede asegurar que el día de mañana – dos o tres años adelante – WordPress, Technorati, Ubuntu, y centenares de otros proyectos sensacionales, no sean absorbidos por Google? Hoy puede dar risa, pero es posible, especialmente en un mundo donde casi todo se puede “comprar”. Naturalmente, nada más lejos de mis deseos.
He optado por no saludar más ningún nuevo software de Google. Tampoco quiero hacerme eco de los rumores habituales sobre sus coqueteos con el software libre – que si hay un Goobuntu, que Google Earth para Linux, etc – o es código fuente disponible y licencia GPL o no es software libre.
Tal vez, el único rumor que exprese a cabalidad los más íntimos deseos de Google, es el de que desea crear su propia Internet. Aunque no creo del todo este nuevo parloteo de especulaciones, me temo que encierra una verdad pasmosa. Es el mismo deseo que ha tenido Gates: ser ellos Internet. No descarto que algún día, el poder de las corporaciones termine siendo el poder central de la Red. Ese día, que ojalá no llegue nunca, se habrá acabado el experimento. Fin del sueño.
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