Me temo que no tengo el optimismo de Al Gore
En una entrevista reciente que enlacé en este artículo, el periodista J.M. Martí Font preguntaba a Al Gore si los jóvenes estaban especialmente conscientes del peligro (refiriéndose al calentamiento global) a lo que el ex-vicepresidente de los Estados Unidos respondió: “Sí, lo son, y una de las razones es que, de forma intuitiva, se dan cuenta de que tendrán que lidiar con las consecuencias durante mucho más tiempo que nosotros”. Antes había señalado que cosas “tan simples como cambiar
el tipo de bombillas, utilizar el transporte público, reciclar las basuras, reducir el consumo de agua caliente, regular los termostatos, plantar árboles o apagar los aparatos eléctricos, realizadas masivamente, ya supondrían una enorme reducción”.
Hace unas semanas, en las faenas de limpieza en oficinas, quedamos impactados: nos esperaban cerros de “basura”, kilos de ella. Allí, mezclados con los residuos de las gaseosas, trozos de pizza, caramelos, café, se encontraban paquetes enteros de papel blanco sin usar, de lápices (con 40 unidades), maletines de plástico, libretas.
Dolorosamente constatamos que el papel ahora estaba inservible, manchado de café o cola. Los materiales pertenecían a la campaña publicitaria pasada y acababa de llegar la nueva remesa, así que … ¿para qué guardar, o repartir, o reusar algo que “nadie” quiere ? Si necesitas papel vas a Staples u Office Depot y te surtes.
Eso me recuerda que en la navidad lo “sabroso” es salir a comprar de nuevo las instalaciones eléctricas, los adornos, los detalles de casa. ¿Los del año pasado? ¡Oh no! Una buena parte se deshace de ellos, en el estado que se encuentran (como nuevos) tirándolos a la basura, donde tal vez, con mucha suerte, algún inmigrante (probablemente ilegal) lo recoge. Mi esposa también recuerda los apartamentos y casas cuyas TV quedan encendidas mientras la familia está en el trabajo.
Anoche me volvió a ocurrir. Nuevos paquetes de papel jamás usado y a diferencia de Melbourne, aquí en Orlando no hemos visto sistema organizado de reciclaje. Al contrario, todo se amontona: vidrio, papel, desperdicios y así se lo llevan.
Estados Unidos es el campeón del derroche. La televisión lo estimula, los políticos lo venden como quintaesencia del estilo de vida americano, sin límites, lo que se quiera. Pienso cuántos en América Latina aprovecharían esos lápices, ese papel, las libretas o los maletines. Pero, definitivamente, el mundo no es justo, ni equilibrado y me temo que no hay razones para compartir el optimismo de Gore.