El tiempo congelado.
En una nota, aparecida en el diario español El País, he leído que un equipo de investigadores científicos en la Antártida, culminaron con éxito una perforación en el hielo polar, alcanzando los 2.774 metros de profundidad. Las muestras de hielo recogidas corresponden a 900.000 años atrás.
De acuerdo a análisis efectuados, en muestras obtenidas con anterioridad en otra de las estaciones polares, la atmósfera actual de nuestro planeta contiene la más alta concentración de dióxido de carbono de los últimos 650.000 años.
Picado por la información y la curiosidad por tener más detalles, me lancé a investigar.
Me encontré de pronto frente a un grupo de gente admirable que, desafiando las inclemencias de uno de los ambientes más hostiles de La Tierra, viven en la Antártida, escudriñando y arrancando al desierto blanco los registros del pasado remoto, que están capturados en las profundidades heladas. ¿El objetivo? Nutrir a la ciencia con datos relevantes sobre la composición química que tenía la atmósfera de nuestro planeta en el pasado, información que puede ayudar significativamente a los científicos a perfeccionar los modelos computarizados sobre los eventuales cambios climáticos e incluso comprender la incidencia del factor humano en el clima y el calentamiento global.
El proyecto del Alfred Wegener Institute for Polar and Marine Research lleva el sugestivo nombre de EPICA y está constituído por científicos de diez países europeos, coordinado por la European Science Foundation y financiado a través de donaciones nacionales y fondos de la Unión Europea.
Los equipos han trabajado en dos sectores distantes uno del otro: el Domo Concordia y Dronning Maud Land. Ambos lugares son despiadados: el paisaje es una eterna monotonía blanca y las temperaturas en verano oscilan entre – 35ºC (- 31ºF) y – 20º(- 04ºF) y en invierno se han registrado los 50ºC (- 58ºF) bajo cero.
Bajo esas condiciones se han construído las estaciones con todos los elementos necesarios para la supervivencia y le ejecución de las faenas. Aunque la construcción de la estación de Dronning Maud Land comenzó en 1996, no fue sino hasta 2001 que se iniciaron las perforaciones en el hielo. Vale decir que esto último no es tarea fácil. El trabajo requiere ser efectuado con maquinarias precisas y bajo condiciones especiales para evitar la contaminación de los núcleos de hielo que emergen. También hay que resaltar que es un trabajo lento. Avanzar 200 metros es formidable y a esa profundidad ya se está tomando hielo muy remoto. Las muestras, obtenidas así, son como cápsulas del tiempo, que retienen en su interior una muestra de cómo era la atmósfera cuando ese hielo estaba en la superficie.
Los núcleos de hielo extraídos son cilindros de diez centímetros de diámetro con una longitud de 3 metros aproximadamente. Los copos de nieve reúnen partículas de la atmósfera y, cuando el hielo se forma, quedan bolsas de aire atrapadas entre los cristales de nieve. Los cilindros de hielo son analizados para determinar la composición química y las propiedades físicas de la nieve y del aire atrapado en ellos hace centenares de miles de años.
El 17 de enero de 2006, el equipo de EPICA, estacionado en Dronning Maud Land completó la perforación, alcanzando 2774 metros de profundidad y que puede representar una muestra del clima terrestre hace 900 mil años. Hace dos años, en diciembre de 2004, el equipo de la estación de Domo Concordia había logrado la perforación, hasta una profundidad de 3270 metros. El taladro se detuvo a sólo 5 metros del fondo de la capa de hielo e inicio del lecho rocoso.
Estuve escudriñando el sitio del programa. Se pueden ver fotos recientes del equipo de investigadores e incluso hay imágenes en webcam, casi en tiempo real, con diversas tomas del solitario y sobrecojedor mundo en el que estos hombres y mujeres llevan a cabo su trabajo. De ahí he tomado las fotos, que han tenido a bien ofrecer para su difusión.
Nota de prensa, aquí.
Alfred Wegener Institute, aquí.
Fotos cortesía de Alfred Wegener Institute.