Día de la blogosfera: por qué escribo un blog

En “Por qué escribo”, el autor de la novela “1984” señala: “Escribo porque hay alguna mentira que quiero dejar al descubierto, algún hecho sobre el que deseo llamar la atención. Y mi preocupación inicial es lograr que me oigan”.
Curiosamente, o tal vez por eso mismo, George Orwell, plasmó en 1984, la posibilidad de un mundo totalitario, asfixiado por la propiedad colectiva del pensamiento, la supresión de la individualidad y la exaltación del bienestar común, entendido éste último como la adopción, socialmente aceptada por medio del temor, de un conjunto de normas de vida que no alteren ni cuestionen la rutina de las relaciones existentes en la sociedad.
En más de una ocasión he escuchado o leído a los detractores de los blogs argumentar que éstos no tienen mayor utilidad, que apenas un fragmento insignificante del caudal de bitácoras existente tiene algún interés. Los adversarios más benévolos pueden hasta reconocer que tal vez existen unas pocas que valen la pena.
Hay quienes, envalentonados y seguros, han condenado a la blogosfera a desaparecer irremediablemente del cibermundo, marginada o exhausta, tras haber alcanzado el pináculo de la gloria y sucumbir por su inutilidad y el advenimiento de “nuevas modas” en la red.
La blogosfera está viva. En el instante que escribo estas líneas, centenares de miles de otras manos teclean sus propias notas: manos de mujeres, de ancianos, de jóvenes, en todos los idiomas, vestidas en diferentes pieles, con las mil y una pasiones.

Las palabras que se dibujan en la pantalla abarcan la maraña inconmensurable de pensamientos e intereses individuales, las razones para escribir de cada quien, razones para contar, compartir, afirmar. Derecha e izquierda; liberales y conservadores; melancólicos y alegres; terribles y jubilosos; sentimentales o realistas. Todo tiene cabida, todo puede o no ser leído. Todo puede ser expuesto. ¿Por qué habría de tener sentido y justificación el análisis literario o la crítica de cine de un periodista en la Gran Prensa y no tenerlo el de un escritor de un blog que hace lo mismo? Los temas de la blogosfera son los de la vida misma porque quienes la constituyen son habitantes de este mundo, aquí y ahora. Si la humanidad tiene la suerte de que la blogosfera o algo parecido, continúe a través de los años y siglos por venir, los historiadores, sociólogos y antropólogos tendrán una cantera enorme de testimonios, evidencias y registros en un período dado, un retrato vívido de las angustias, inquietudes, sueños, sexualidad, inclinación política, de una franja importante de la sociedad mundial. Bastará hojear los blogs, indistintamente, sin importar la mayor o menor fama de sus autores, para saborear cómo una cultura vio y vivió el mundo.
Los blogs son registros. Cada autor imprime en ellos lo que le mueve a escribir, eso de por sí es suficiente. Porque a fin de cuentas, la libertad de pensamiento no consiste en poder pensar, a solas, aquello que deseamos, sino en poder transmitirlo utilizando los recursos disponibles. Un libro y un periódico son buenos recursos, pero en ambos casos, limitados a unos pocos. Lo mismo vale para la televisión, el cine o la radio. Internet es el medio a través del cual se puede ejercitar dicha libertad de una forma más masiva que con los medios tradicionales. Pero no me engaño: una enorme franja de toda la población del planeta sigue al margen, sin acceso a Internet o con acceso parcial, sometida a algún tipo de control en el uso de sus recursos. Mas, la existencia de millones de bitácoras, diciendo millones de cosas, vanas, estúpidas, densas, significativas, es una conquista democrática de la humanidad en la era de la tecnología de redes e Internet. Probablemente, dentro de 40 ó 50 años, cuando se puedan efectuar estadísticas relevantes sobre el parloteo universal en Internet, las alzas y bajas al interior de las fronteras de la blogosfera estarán directamente relacionadas con la mayor o menor democracia mundial y la mayor o menor necesidad de las sociedades de compartir sus sueños y pesadillas.
¿Por qué escribo un blog? La respuesta es altanera y orgullosa, testimonio de mi libertad interior: ¡porque quiero!

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