Volver a Crosby.
Suelo revisitarme a menudo. La nostalgia vive en mi piel como una capa que subyace, colindando con las venas, con la sangre, con las entrañas. Mis reencuentros son generalmente dramáticos y generalmente únicos en su esencia: son míos y para mí, no hay espacio para el presente y menos aún para el futuro. Son viajes en el tiempo y mis agujeros de gusano, esos que me permiten saltar el espacio-tiempo y tocar mi adolescencia o mi niñez pueden ser un olor, una sonrisa, una fotografía, una melodía y alguien que haya dejado su huella imborrable en los surcos de mis dolores, ilusiones, amores y sueños.
Facebook y la socialización digital son la antítesis de eso. En no pocas ocasiones derrumba muros de amor, corta a hachazos la hiedra del tejido de historias y vivencias, para servir en un plato vulgar, chismoso y banal lo que tuvo gracia, pasión, dolor y amor.
En no pocas ocasiones, lo confieso, la tragedia de la especie humana me persigue en forma de depresión, y debo remontar la cuesta cada día, queriendo creer en Asimov, en Sagan, en Star Trek y Spock, en El Mago de Oz y Robinson Crusoe, en Michael Ende y Momo y la Historia sin fin, en las pinturas de Van Gogh, en la justicia simple de las aventuras de caballería y en un Edmundo Dantés disfrazado de Conde, para vengar con su poder la impunidad de los malos y redimir el dolor.
Pero cada día la oscuridad se recrea, la nada sigue avanzando invadiéndolo todo y hasta algunos de nuestros viejos hermanos son arrollados por ella, para disipar todo vestigio de la humanidad que reconocimos alguna vez y desbarrancan al borde del abismo y de la barbarie.
En uno de esos días sin contornos, con patéticas figuras de espanto, vino a tocar David Crosby al Lincoln Center, en un concierto gratuito, para cerrar la temporada de espectáculos del verano nuevayorquino.
Había sido una semana dura, de mudanza, entre los estrechos espacios de vivienda en la ciudad, intentando ganar un pedazo más de cocina, tal vez un ambiente para una sala y hacer acojedora nuestra nueva cueva.
Flotar en las notas. Carmela Ramirez y Gabriel Chakarji.
El sábado en la noche, después de marchar todo el día en la multitudinaria manifestación de la Marcha de Mujeres en la ciudad de Nueva York, Carlos y yo fuimos a disfrutar de un concierto, invitados por mi amigo Kléber Agelvis. Carmela Ramirez y Gabriel Chakarji, dos músicos venezolanos residentes en Nueva York, exponían en un rincón del Rockwood Music Hall, piezas de su disco “Vida” junto a otras acampañados por el percusionista Keita Ozawa.
Al traspasar la puerta, escalerillas abajo, ingresamos en otro mundo. Las notas, suaves, como destiladas a través una nube, flotaban alegres y cadenciosas en el tenue y trémulo brillo amarillento y rojizo de la sala. Fue como caer embriagado de inmediato, no podía pensar en el paso del día, sólo las notas, el piano, golpes de jazz, son, remembranzas del caribe o del Brasil, que fluían para enamorar a aquella voz, dulcísima, alegre, proyectada desde Carmela, con cierta timidez al aire que todos respirábamos.
La experimentación de estos músicos les ha llevado a crear un sonido profundo, que aún en sus momentos más tradicionales, es audaz y sincero. Podríamos, de pronto, evocar a Chick Corea o Michal Urbaniak, pero sólo un instante. Carmela introduce variaciones a las variaciones del piano y parecen correr juntos por el aire, en una carrera sin fin de colores, de golpes de tambor, de arpa o el cuatro.
El album Vida fue la continuidad lógica de aquel episodio nocturno. Brillante, hermoso, digno de ser escuchado para festejar el día, o la noche. Luego de la batalla, aquella noche, floté en las notas. Gracias Carmela y Gabriel.
Leer másMi canción (Still crazy after all these years)
Ya partiendo, quiero compartir esta canción con ustedes. Morella me la dedicó porque – pensó – se parece a mi. Yo también lo creo. Esta composición es del gran Paul Simon y la coloco aquí, interpretada por Willie Nelson, ya que considero que es una de las mejores versiones. He agregado una traducción libre al español que he hecho.
Still crazy after all these years – Paul Simon
Me encontré con mi antigua amante
anoche en la calle
Parecía feliz de verme
Yo solo sonreí
Y hablamos sobre viejos tiempos
Y nos bebimos algunas cervezas
Todavía loco después de todos estos años
Todavía loco después de todos estos años
No soy la clase de hombre
que tiende a socializar
Parece que me refugio
en viejos hábitos
Y no me dejo llevar por canciones de amor
que susurran a mi oído
Todavía loco después de todos estos años
Todavía loco después de todos estos años
Cuatro de la mañana
Hecho añicos
Bostezando
Gastándome la vida en anhelos
Nunca me preocuparé
¿Por qué habría de hacerlo?
Todo va a desvanecerse
Ahora me siento frente a mi ventana
Y veo los autos
Temo que ocasionaré algún daño
Un buen día
Pero no seré culpado
Por un jurado de mis iguales
Todavía loco
Todavía loco
Todavía loco después de todos estos años
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Cincos, un poema.
He querido compartir este poema. Lógicamente mi blog es su lugar natural. Me empeñé en publicarlo bajo la forma de un vídeo, con fondo musical o sólo texto y leerlo después, para los que deseen revisarlo con calma. Me encantaría conocer sus comentarios.
Poema en texto haciendo clic en “Leer más”.
Leer másNotas pendientes: «La pared»
He decidido escribir algunas notas pendientes. Irán apareciendo según se me vayan ocurriendo, de acuerdo a las repentinas irrupciones que la memoria nos depara. Son pendientes porque no las escribí en el momento que ocurrieron, pero pasaron por mi mente. Son pendientes porque, aunque el tiempo pueda haberlas disminuido, deben estar en mi blog, como registro, imágenes que deseo compartir y dejar.
Hace ya más de una década, cuando Venezuela era todavía mi hogar, tuve la oportunidad de ir a ver a Roger Waters en concierto. Todo el que me conoce sabe que Pink Floyd y Waters tienen un lugar privilegiado en mi vida. No es sólo un asunto musical, es identificación artística, íntima, social y humana. Si alguien adivinó la multimedia antes que existiese el actual concepto, fue Pink Floyd y Roger Waters lo llevó al máximo. Utilizar todos los recursos posibles para transmitir los poemas, la lírica transformada en melodía, las pesadillas y sueños convertidos en canciones, eso fue y ha sido el arte magistral de Waters.
Leer másAlicia, la de este mundo.
No quiero dejar pasar lo que resta del día sin recordar, al menos por una vez en este blog, a la hermosa niña que inspiró la fantástica obra de Lewis Caroll: Alicia en el país de las maravillas y A través del Espejo y lo que Alicia encontró allí. Se trata de Alice Pleasance Liddell, quien nació un cuatro de mayo de 1852, hace 159 años.
He sido un admirador de Carroll desde que lo leí por vez primera. Conforme fui creciendo mi manera de ver el «país de las maravillas» y sus personajes fue cambiando, pero no para decepcionarme o disminuir mi interés, sino por el contrario para aumentarlo, encontrando nuevas dimensiones a ese «disparatado» mundo, tan fuera de orden y reglas, tan irreverente.
Alice Liddell y sus hermanas viajaban por el río Támesis en un soleado día de verano. La niña de diez años pidió al reverendo Charles Dodgson (nombre real de Lewis Carroll) que les contara un cuento para divertirlas.
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